viernes, 16 de julio de 2010

Historia de la escultura
Los arqueólogos demuestran que el arte escultórico precedió a la arquitectura propiamente dicha, y que tiene su origen en las edades arqueolíticas, a partir de la tendencia humana a imitar, en volumen, las formas de la naturaleza. Para conservar una coherecia temporal con el desarrollo de la humanidad, podemos clasificar la escultura en dos periodos: Escultura Prehistórica y Escultura Protohisórica



Escultura prehistórica
Las primeras esculturas prehistóricas europeas se remontan al periodo auriñaciense del paleolítico superior y son figuras femeninas, y algunas representaciones de animales, talladas con mucha precisión.
Astas de reno con grabados; bastones de mando, descubiertos en Bélgica, Suiza, Austria, Francia, Polonia y España; idolillos de cobre y bronce, encontrados en estaciones prehistóricas de España y de otros países; modelados de bisontes y caballos en Francia, tallas de caballos, etcétera. Se trata de un arte realista, admirable en exactitud unas veces y rudo otras; pero de bastante sentimiento. Entre sus exponentes hallamos:

- Escultura Egipcia
-Escultura Caldea
-Escultura Asiria
- Escultura Medopersa
-Escultura Fenicia
-Escultura India
- Escultura Americana

Escultura Egipcia
La Edad del bronce marca el nacimiento de los estados mesopotámico y egipcio, los cuales desarrollaron de manera extraordinaria la estatuaria y el bajorrelieve.
Se conservan millares de estatuas y de bajorrelieves en madera, marfil, bronce, barro cocido y piedra. Los tamaños varían, desde los colosos de Memnón, que miden veinte metros hasta un centímetro que tienen algunas figurillas.

Escultura Caldea
Formas robustas, célebres son las estatuas de Gudea y Ur-bau y la Estela de los buitres, del Museo del Louvre.

Escultura Asiria
Parca en estatuas. Bajorrelieves de Teglatfalsar I (Siglo XII a.C.) y Asurbanipal II (S. VII).

Escultura Medopersa
Formas y procedimientos asirios, con mayor atildamiento. Es de gran interés el Friso de los arqueros, del palacio de Susa (azulejo en relieve), hoy en el Louvre.

Escultura Fenicia
En este grupo entran numerosas y variadas obras de los pueblos fenicios, libios, sardos, tirrenos, pelasgos, heteos y chipriotas. Rigidez arcaica y falta de naturalidad.

Escultura India
Figuras monstruosas, simbolismo extraño, pesadez y profusión, abrumando la parte arquitectónica.

Escultura Americana
Remotas semejanzas egipcias, asirias e indias. Las obras de arte aimara-quechua son sencillas, desprovistas de adornos y realistas; las de hua-maya se distinguen por su exuberancia ornamental y simbólica, que llega al barroquismo. Es famoso el Templo de la Cruz, de Palenque.

Escultura en chile



Hasta aproximadamente fines del siglo XVIII se puede apreciar que las manifestaciones artísticas y culturales en Chile y en el resto de Latinoamérica habían estado claramente determinadas por la visión de mundo y concepción integral del hombre propias del pensamiento colonial: esto es, con un notorio sentido religioso que subordinaba de una manera fundamental todas las actividades humanas.
Sin embargo, un acelerado proceso de sincretismo hispanoamericano, unido a una importante corriente artística creciente, el retrato civil, se perfilan como antecedentes de lo que sería el arte del siglo XIX o republicano, cuando se produce un marcado giro en el eje conceptual del artista, resultado de un nuevo contexto histórico definido por los procesos de independencia de las colonias americanas.
Decisivo rol jugaron en estos cambios las ideas de la Ilustración que llegaron a los americanos, trayendo consigo un marcado sello laico que poco a poco fue reemplazando a la preponderancia religiosa y que jugó, finalmente, un papel fundamental en la más importante idea republicana: la exaltación de los valores de la República como nueva forma de gobierno que reemplazaba a la caduca monarquía.
Estas ideas, heredadas de los pensadores contemporáneos a la Revolución Francesa, permitieron, junto a otras condiciones históricas, la independencia de las colonias americanas y, una vez concretados estos procesos, sirvieron de aparato conceptual para la aparición de un arte nuevo.

Antecedentes extranjeros en la escultura chilena

Junto con la Independencia de Chile, los primeros gobernantes tuvieron especial dedicación en exaltar los nacientes valores patrióticos de la República. Pero como no existían artistas nacionales destacados a los que se pudiesen encargar esculturas, se recurrió a la importación de monumentos o a invitar al país a escultores foráneos para que produjeran según las indicaciones del gobierno de turno.
El primer monumento que llegó a Chile, después de consolidada la Independencia. corresponde a un conjunto de inspiración griega clásica, comprado por el diplomático chileno Javier Pérez Rosales al escultor italiano Francisco Orsolino. Representa a la diosa Minerva que entrega la libertad a América simbolizada por un indígena. En la base aparecen unos caimanes que lanzan agua por el hocico y un dios desnudo que simboliza al río Orinoco. El pedestal tiene cuatro relieves que recuerdan a Simón Bolívar, la batalla de Ayacucho, la salida de la Escuadra Libertadora de Valparaíso, y la entrada de tropas chileno-argentinas a Lima.

El conjunto es de típico estilo Romántico, en el que se entrecruzan la concepción formal clásica con lo exótico y fantástico de la realidad americana, que tanto atraía a los románticos. Actualmente se encuentra en la Plaza de Armas de Santiago.
A diferencia de esta escultura romántica, se pueden destacar otras dos que representan, con carácter eminentemente clásico, valores propiamente patrióticos y civiles. Una de ellas es el monumento a Bernardo O'Higgins sobre su corcel y pertenece al escultor francés Carrier Belleuse, maestro del famoso escultor Rodín. Esta obra proviene de un proyecto original de Leonardo da Vinci para una estatua ecuestre de Trivulzio, diseño que incluía, también, la figura que está bajo el caballo y que despertó polémica con los españoles residentes. Es de un estilo clásico muy bien logrado, con volúmenes que aumentan la expresión y el dinamismo propios del carácter patriótico. Hoy se encuentra ubicada en el Altar de la Patria, en la plaza Bulnes de la capital.

También de Belleuse es la estatua denominada Víctimas, ubicada en el Congreso Nacional, y que representa el horroroso incendio de la iglesia de la Compañía de 1963. Está tallada en mármol y la remata una virgen como símbolo de piedad.
También se puede mencionar, a modo de ejemplo y de anécdota, el monumento a los héroes del Combate Naval de Iquique. Queriendo destacar este acontecimiento histórico, el gobierno chileno llamó a concurso internacional. Por primera vez se tomó en consideración la opinión pública en debates sobre la iniciativa, en la que todos se sentían de una u otra manera comprometidos.

Entre los artistas que enviaron maquetas a este concurso se encontraba Augusto Rodín, el célebre escultor francés. Su obra, fuertemente expresiva, representaba a Arturo Prat desnudo, quien, herido por la emoción, prefiere un grito desgarrador al ser cogido por el ángel de la gloria.
Según los criterios artísticos preponderantes de la época, la obra de Rodín era excesivamente audaz para los gustos oficiales, por lo que se declaró como ganadora del concurso a la del escultor, también Francés, Denis Pierre Puech.
El enojo de Rodín fue tal que nunca más quiso saber ni de artistas ni de delegaciones que viajaran de Chile a París. La maqueta de Rodín esta ubicada en la avenida Libertad de Viña del Mar y es, artísticamente, muy superior al monumento a Prat que en la actualidad se alza en la plaza Sotomayor de Valparaíso.

Para el historiador del arte Víctor Carvacho, el mejor monumento realizado por un extranjero y que se encuentra actualmente en Chile, es el del General Manuel Bulnes, ubicado en Santiago en la Alameda frente al Ministerio de Defensa. Su autor es el escultor valenciano Mariano Benlliure, quien concibió al prócer, plásticamente, de manera libre y suelta, cabalgando con movimientos naturales y dinámicos, sin el modelo retórico y banal tan recurrente en este tipo de escultura y que responde más a criterios teatrales que a plásticos. Finalmente, fue el escultor chileno Virginio Arias quien terminó este monumento.
Es necesario mencionar que en numerosos lugares de Santiago y otras ciudades chilenas existen obras escultóricas que provienen de autores extranjeros y que han sido donadas a las diferentes comunidades por gobiernos amigos.

Entre estas obras se pueden señalar la Fuente de calle Agustinas frente al Teatro Municipal; el monumento a Pedro de Valdivia, ubicado en una esquina de la Plaza de Armas; la Fuente Alemana del parque Forestal, donada por Alemania con motivo del centenario de nuestra independencia; el Discóbolo, situado frente al Estadio Nacional y que fue donado por la colonia griega residente; la Virgen del cerro San Cristóbal, el Cristo de la Universidad Católica de Chile, en su casa central, y la Pila del Ganso, que se encuentra en Alameda con General Velásquez.
Una vez que Chile dejó atrás los momentos de anarquía propios de su proceso de independencia y se consolidaba como república, con instituciones más o menos estables, necesitó encontrar los medios para llevar a cabo su proyecto como nación autónoma, forjadora de su propio destino.

En el caso del arte, se dejó de lado la influencia religiosa tan propia de la Colonia y se buscó una relación directa entre las manifestaciones artísticas y la exaltación del país con los valores propios del patriotismo, de ferviente optimismo en esa época. Sin embargo, se produjo una paradoja: Chile necesitó recurrir a artistas extranjeros para plasmar sus ideales nacionalistas ante la ausencia de artistas chilenos con formación sólida.
Fue por esta necesidad, la de crear un ethos cultural que, en 1849, se creó en Chile la Academia de Pintura, dirigida por el artista italiano Alejandro Cicarelli. Luego, en 1850, se creó un curso de arquitectura, que tuvo como director al francés Brunet Debaines y, recién en 1854, se fundó la Escuela de Escultura, dirigida en un comienzo por el escultor, también francés, Augusto Francois. Dicha escuela tuvo un marcado sello academicista en su enseñanza, que, sin embargo, no significó limitaciones para que sus alumnos expresaran en las creaciones sus características personales.

Entre los ramos que impartía el curso de escultura, se pueden encontrar el dibujo de grabados, el de relieves y esculturas, y el de modelos vivos. Junto a esos, se enseñaba modelado en greda y tallado en yeso, mientras que la talla directa en piedra sólo se practicaba en los cursos terminales.
Además de estas cátedras, se entregaban otras materias de formación general, entre las que se encontraban historia, mitología, filosofía, literatura y ramos teóricos de arquitectura.

En la escuela se organizaban, cada cierto tiempo, concursos entre sus alumnos, otorgándose premios y distinciones a los ganadores, consistentes en pequeños estímulos monetarios, lo que sería más tarde el origen de las becas de estudios en Europa que entregaría el gobierno para los escultores más destacados. La mayoría de los escultores de la primera generación del curso disfrutó de este beneficio.
Su director, el escultor francés Augusto Francois, no sólo se dedicó a la enseñanza, sino que dejó varias obras, entre las que destaca la del Abate Molina que en 1861 se instaló en la Alameda, pero en 1927 fue donada a la ciudad de Talca.
En 1859 la Escuela de Escultura fue traspasada a la Universidad de Chile, donde fue anexada a la Escuela de Pintura. De esta manera, la Escuela de Escultura pasó a llamarse curso de Estatuaria y Escultura Ornamental, dirigida por el misino Francois hasta 1872. La larga permanencia de este artista francés influyó grandemente en los alumnos de las primeras generaciones, los que siguieron su estilo más o menos clásico.

Los primeros escultores chilenosEntre los primeros escultores que formó la Academia de Escultura y que conforman lo que se podría llamar la primera generación, se destacan principalmente los dos con mayor talento del grupo: José Miguel Blanco y Nicanor Plaza. Ambos tienen un estilo en el que se conjugan la línea neoclásica del maestro Augusto Francois y el realismo francés del siglo XIX. Tanto Blanco como Plaza fueron los primeros escultores que se distinguieron en su quehacer, por lo que suelen reconocerse como los forjadores de la escultura nacional.

Escultura indigena



Atacameños
Desarrollo de la metalurgia
Un sinnúmero de ornamentos en cobre y estaño, así como estatuillas ceremoniales, configuraron parte del trabajo en metales, pero lo más destacado fueron unos vasos de oro repujados y trabajados por expertos artesanos que corresponderían a la influencia que los atacameños recibieron de la Cultura de Tiahuanaco, su finalidad era eminentemente ceremonial... los llamaban Keros.

Isla de Pascua.
Poco antes de llegar a un pakaopa o terraza en la isla, se ve un pilar de lava roja todavía de pie, alrededor del cual se habían apilado bloques de roca, mostrando sobre la pared sur los rasgos rudimentarios de una cabeza gravada en bajorrelieve. También se encuentran los moños o tocados de las estatuas de pakaopa, que, en la época en la que se tumbaron las estatuas, rodaron hasta este lugar.
Consisten en cilindros de lava roja ahora parcialmente hundidos en el suelo. Originariamente debían por simple equilibrio, mantenerse derechas sobre las cabezas de las esculturas, por demás generalmente planas. Estos cilindros tienen una altura de setenta a ochenta centímetros con un diámetro de cincuenta a sesenta centímetros. El pakaopa está construido sobre un pequeño promontorio de escasa altura, al piel del cual van a romperse las olas.

Hoy en ruinas, esta terraza debía presentar originariamente una primera plataforma de cincuenta metros de alto con doscientos metros de largo y diez de ancho; los lados estaban inclinados y construidos en losas talladas sin mucho arte.
El interior, lleno de fragmentos de rocas, y en la parte superior se había construido una segunda terraza de cinco metros de largo, un metro setenta de alto y un metro cincuenta de ancho, construida de grandes losas colocadas lado a lado; en su parte inferior, tenían una ranura en la cual venía a quedar empotrada una cornisa esculpida, formada igualmente de lava roja de un metro cuarenta de largo con setenta centímetros de alto, cuya cara perfectamente lisa tenía un bajorrelieve de figuras muy delicadamente esculpidas.
Pese al estado de deterioro de esas ruinas, sobre una de ellas se distingue claramente la representación de cabezas de muertos. La cara de la cornisa, por el lado del mar, no presenta ninguna traza de figuras. Las estatuas se alzaban en el espacio comprendido entre ambas plataformas.

El interior de esta terraza encerraba cámaras sepulcrales de muy grandes dimensiones, hechas de losas planas dispuestas unas sobre otras, de tal forma que las de la cumbre cerraban herméticamente el sarcófago.
Las cámaras miden en media dos metros de largo con ochenta centímetros de ancho; gran número de cadáveres parecen haber sido dispuestos sin orden regular.
Estas sepulturas son antiguas. Hoy los insulares aprovechan todos los emplazamientos que encuentran para sepultar a sus muertos, depositándolos tanto bajo las estatuas tumbadas como en los pakaopa, contentándose después de levantar algunas piedras para obtener una cavidad.
Colocadas sobre la terraza inferior, la más larga, las esculturas tenían la cara hacia el lado de la terraza superior; esta posición, sin embargo, no era general en todas las terrazas, pues vimos otras en las que las estatuas tenían la cara en disposición contraria, esto es, mirando hacia el interior de la isla.

De trabajo más rudimentario que las de los cráteres, muestran solamente la curva de la frente y los contornos de la nariz. El lugar de los ojos se marca por dos hendiduras bajo la frente. Unas líneas concéntricas y paralelas simulan una especie de tatuaje.
Su forma general es lisa; por demás, están talladas en una roca, distinta de las de los volcanes. Esta roca consiste en una ceniza volcánica compacta, en medio de la cual hay, aglutinadas, porciones de lavas y de grava. Extremadamente alargada de forma, tuvo que ser trabajada a poca distancia de las terrazas. Es de formación relativamente reciente.
A la derecha de este pakaopa se ve una estatua tumbada del mismo tipo y misma roca que las del cráter de Roronoraka. Sobre la cumbre de la terraza se observan pequeños montículos de piedra.
Las plataformas, los túmulos, los lugares elevados están cubiertos de ellos y ofrecen el imponente espectáculo de un ejército de hombres agachados. Todos estos restos abundan sobre esta costa sur, cada punta que avanza sobre el mar soporta pakaopas.
Bajo las esculturas hoy tumbadas, con la cara reposando sobre el borde superior de la terraza, dos cadáveres apenas envueltos en esterillas atadas a las dos extremidades habían sido dispuestos en el espacio dejado vacío bajo las estatuas. Este espacio se había cerrado por un muro en piedras cortadas.

Independientemente de los monumentos descritos, se encuentran en la Isla de Pascua objetos de gran interés: como las tablillas de madera, o los bastones ya mencionados por los viajeros, y sobre los que hay grabados notables jeroglíficos.
Muchos ejemplares de esos grabados, hoy de una excesiva rareza, se conservan en el museo de Santiago.
Las pocas "maderas parlantes" que todavía se encuentran, sirven a los naturales para enrollar las cuerdas que utilizan en sus aparejos de pesca o sus redes; por esa utilización se conservan.
Muchos insulares portan pequeñas estatuillas generalmente talladas en la madera de una especie de mimosa muy común en la isla; lo que prueba el apego que tienen a ellas, es que no pueden sin pena cambiarlas por tabaco.
Estas estatuillas son masculinas y femeninas. Los Kanakas las conservan envueltas en pequeños sacos de tela o de algodón; algunos se adornan de collares y de una enorme cabellera cuidadosamente trenzada.
Se encuentran también esculturas en piedra, reproducciones exactas en pequeño, generalmente, de las esculturas de los cráteres.
los Kanakas poseen igualmente adornos en formas de creciente, especie de alzacuellos que portan sobre el estómago, de uso indeterminado.
A poca distancia de Mataveri, existe un pequeño pakaopa que sostenía unas estatuas apenas comenzadas. Aquí, como en Opulu, se trataba de un trabajo más fino; de este lugar la Flore cogió la cabeza en 1872, cabeza hoy depositada en las ricas galerías antropológicas del Museo de París.
Otra terraza sin estatuas se ve en los alrededores del embarcadero de Hanga-Piko.

Mapuches
El tallado en madera es una de las manifestaciones artesanales con mucha tradición en la zona mapuche, con esta técnica se hicieron los utensilios los antiguos habitantes de estas tierras, utilizando para ello las maderas de los ricos bosques del sector.
Hoy se sigue trabajando de la misma manera, con el hacha y azuela desbastando y tallando la madera pero creando nuevos productos, algunos de tipo utilitarios como platos, cucharas y cucharones, fuentes, bandejas etc. y otros en que el uso se complementa con la decoración inventando las fuentes gallinas, patos, etcétera.

Medios y técnicas escultóricas.



La palabra escultura viene del latín sculptura, que significa arte de esculpir. Esta disciplina representa a las figuras en sus tres dimensiones: alto, largo y ancho. Es decir, las esculturas tienen volumen y pueden ser apreciadas no sólo de frente sino desde distintos puntos.
La escultura tiene por objetivo crear formas y armonizar volúmenes en el espacio. El escultor, al hacer formas, trabaja con las tres dimensiones. La escultura existe en el espacio, son cuerpos en el espacio, tiene sus propios medios de expresión y los volúmenes y las masas están sometidos a disciplina de técnica y de ritmo.

Hay dos tipos de esculturas: las exentas y las en relieve.

Las exentas o de bulto redondo, son aquellas que al ser tridimensionales pueden ser observadas desde todos los ángulos.

Las esculturas en relieve son figuras que destacan por sobre una superficie; pese a ser tridimensionales carecen de parte posterior, y están vinculados a la arquitectura, al ubicarse en paredes, puertas, columnas o entradas de iglesias o grandes edificios.

De acuerdo a lo sobresalientes que estén respecto al fondo se llaman:

• relieve excavado: cuando el bulto no sobresale, y se encuentra hundido respecto a la superficie plana. Esto proporciona máxima claridad a la representación y gran efecto estético por el contraste violento del claroscuro entre la sombra del perfil y la luz, muy viva, del relieve plano.

bajo relieve: cuando las figuras apenas sobresalen del fondo.

medio relieve: cuando están como cortadas por la mitad.

alto relieve: las figuras están talladas casi en bulto redondo pero adheridas al plano.
En la antigüedad era común el uso de los relieves en los monumentos, para contar historias.

También se hacen distinciones entre las esculturas exentas dependiendo de la posición en que están dispuestas las figuras:
Erguida, cuando la única figura está de pie
• Yacentes, tendidas
• Sedentes, sentadas
• Orantes, orando
• Ecuestre, cuando es colocada sobre un caballo
• Grupal, cuando se trata de dos o más figuras.
• Busto, representación de la mitad superior del cuerpo humano sin brazos; es decir, el rostro más la parte superior del tronco.


Por otro lado, si clasificamos las esculturas de acuerdo a su función, están las ornamentales, cuyo fin es decorativo, y las monumentales, que recuerdan o conmemoran un hecho o personaje.
En el transcurso de la historia, no solo ha habido una gran cantidad de estilos y tendencias; también han variado las técnicas y los materiales utilizados para confeccionar las esculturas.
Para la piedra, metal, arcilla o madera, materiales ocupados desde los tiempos prehistóricos, se utilizan el tallado, el modelado y la fundición. Ya más recientemente, durante el siglo XX, surgieron las técnicas de la soldadura, el collage, el assemblage y la utilización de nuevos materiales, como elementos de la naturaleza (piedras, hojas), desechos industriales, materiales sintéticos, o tubos de neón y fluorescentes.

Según el método, material y técnica, se distinguen tres sistemas de realizar esculturas:

Método del añadir: tiene como materiales la arcilla, el metal y la madera, y las técnicas son el modelado, la soldadura y el encolado.
En el modelado se ocupan materiales blandos y flexibles, a los que se puede dar forma sin dificultad, como la cera, yeso y arcilla.
El escultor trabaja con sus manos, ayudándose de instrumentos de madera o metálicos.

Método de sustraer: ocupa materias duras como la piedra o la madera, y las técnicas son el esculpido y la talla.
Se utilizan martillos, cinceles, mazas y gubias.

Método del vaciado: utiliza la escayola, el hormigón, el metal o los plásticos.
Por ejemplo, como el metal no puede esculpirse directamente, es fundido y luego vaciado a moldes de piedra o barro cocido. Una vez frío, el molde se rompe y la obra queda a la vista.

Ejemplos de técnicas escultóricas según los materiales:

Esculpir y tallar
La eliminación de materia de un bloque de piedra o madera, que son los materiales más comunes, hasta «encontrar» dentro la forma deseada representa la noción más profunda de la escultura como arte.
Entre las rocas más utilizadas por el escultor figura el mármol. También se emplean otros materiales pétreos como el alabastro, la piedra caliza o el granito, u orgánicos, como el hueso o el marfil.
Para trabajar la piedra se recurre, por una parte, a instrumentos punzantes, con los que se incide en la materia directamente o a través de un martillo, tales como el puntero, que conduce al desbastado inicial del material; varias clases de cinceles, de filo recto o bien dentado, con dientes puntiagudos o rectos, para ir conformando las superficies; el taladro, para perforaciones profundas, o el trépano, para algunos agujeros.
Por otra parte, hasta alcanzar el acabado final se requiere la utilización de limas, escofinas y piedras para pulir, como la piedra pómez, el esmeril y materiales abrasivos con los que frotar, con objeto de alcanzar la pátina deseada.
A veces se pintan las superficies. Los escultores en piedra, que a lo largo de la historia se han organizado en talleres con actividades especializadas, suelen contar con modelos previos, frecuentemente en yeso, de la misma forma y volumen, con los que trabajar. El uso de los mismos requiere el conocimiento de procedimientos geométricos -cuyo dominio es, a veces, ajeno al propio artista que concibe la escultura- que permiten saber, mediante una caja de varillas ortogonales (denominada caja de sacar puntos), dónde debe aplicarse el golpe.

Modelar
Frente a la concepción de la escultura como el resultado de un proceso de sustracción, existen varios procedimientos donde la expresión del volumen se alcanza mediante un concepto inverso, el de la adición. La ocupación del espacio escultórico mediante la manipulación de materia blanda (barro, yeso o cera) hasta alcanzar la forma ideada constituye uno de ellos. Estos materiales son trabajados con puntas de madera, distintos tipos de paletas y paletillas, telas húmedas y, fundamentalmente, la mano, que otorga una dimensión creativa directa a la tarea.
En el caso de la pieza escultórica modelada es preciso diferenciar la que constituye una obra final concebida como tal o la que supone un momento del proceso que desembocará en la obra definitiva, bien en piedra o bien fundida.

Fundir
La escultura en bronce exige un modelo concebido con anterioridad cuyo volumen sea idéntico. A partir de ese original se realizan en negativo los moldes, que permiten el vaciado, lo que hace posible llevar a cabo cuantos originales se deseen mientras estos se conserven.
El procedimiento más habitual es la fundición en hueco, que exige la construcción de un núcleo, a modo de soporte, sobre el que se colocan los moldes, dejando un espacio vacío para la aleación.


Escultura ensamblada.
Otro método muy común es el de la cera perdida: consiste en revestir de cera un soporte de material refractario; una vez modelada la cera, se cubre de nuevo y se calienta; la cera se funde (sale por unos agujeros hechos previamente) y deja el hueco que habrá de cubrir la aleación. Esta tarea se realiza, por lo general, en talleres especializados. Una vez extraída la escultura, se lleva a cabo una labor de retocado y pulido.

Ensamblar
La idea de integrar elementos de procedencia diversa, con la intención de configurar un objeto susceptible de ser juzgado globalmente como una pieza escultórica unitaria está, con frecuencia, presente en la tradición histórica (la imaginería, por ejemplo), aunque el desarrollo sistemático de la idea de escultura como construcción, en su doble dimensión técnica y conceptual, está estrictamente ligado a las aspiraciones del arte contemporáneo.
El hecho de que, circunstancialmente, estos materiales tengan la forma de objetos con significados en otros contextos y estén más o menos modificados no afecta a lo esencial del proceso ejecutivo como tal. Cuando estos objetos se integran en un cuerpo único el resultado se denomina assemblage. En todo caso, el volumen resultante es susceptible, según sea el deseo del artista, de ser fundido en otro material.

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